MIS FIELES MASCOTAS

✨ Cuento: Brunna y el Puente de los Cuatro Espíritus ✨

En la pequeña ciudad de Santa Lucía, donde el río murmura historias antiguas y los sauces parecen escuchar, vivía Brunna, una joven llena de energía, curiosidad y una sonrisa que podía iluminar un día nublado. Cada mañana, antes que el sol terminara de desperezarse, Brunna se subía a su bicicleta —a la que llamaba Luna— y pedaleaba por los caminos rurales, saludando al viento y a las aves que la acompañaban.

Cuando no estaba sobre la bici, Brunna disfrutaba del gimnasio del pueblo, donde todos la conocían por su disciplina y su buen humor. Pero lo que más la hacía especial eran sus cuatro fieles compañeros:

🐾 Candy, una perrita blanca con manchitas marrones, que le encantaban los mimos.
🐾 Indi, un perro curioso que observaba el mundo con ojos de misterio.
🐾 Negra, una perra fuerte y protectora que parecía entenderlo todo.
🐾 Avril, la más pequeña, una gatita blanca, albina, que amaba esconderse entre las flores.

Una tarde de otoño, mientras Brunna pedaleaba junto al río, una niebla suave cubrió el camino. La joven notó un resplandor extraño en el viejo Puente de Piedra de Santa Lucía, el que según las leyendas conectaba el presente con los sueños del futuro. Al acercarse, escuchó una voz suave que le dijo:
Brunna, el tiempo quiere hablar contigo.

Asombrada, bajó de la bicicleta y vio cómo el agua bajo el puente comenzó a brillar con tonos azulados. De ese reflejo surgieron cuatro figuras luminosas, con formas que le recordaban a sus mascotas. Cada una tenía un símbolo distinto: una estrella, una hoja, una llama y una gota.

Somos tus espíritus guardianes, —le dijo la figura de la estrella con voz juguetona, que parecía ser Candy.— Venimos a mostrarte lo que serás dentro de diez años.

El agua se transformó en un espejo y Brunna vio a una mujer más fuerte, más serena, con el cabello al viento y una mirada decidida. Vivía en una casa rodeada de naturaleza, enseñando a niños y jóvenes a andar en bicicleta y a cuidar el cuerpo y el alma. Tenía un pequeño refugio para animales rescatados, y su vida estaba llena de movimiento, música y paz.

Seguí pedaleando, Brunna, —le susurró Indiporque cada pedalazo te acerca a ese futuro.

Cuando la visión desapareció, la niebla se disipó y el sol volvió a brillar. Brunna sonrió. Sabía que algo mágico había pasado. Desde ese día, cada vez que pasaba por el puente, el agua le devolvía un pequeño destello azul… como si los cuatro espíritus siguieran ahí, acompañándola en cada nuevo camino.

Y así, entre ruedas, pesas y sueños, Brunna siguió construyendo su destino, con el alma encendida y el corazón guiado por sus fieles amigos.

💫 Fin.

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